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En recuerdo de Martínez-Portillo Castillo, Rufo



Nacimiento: 13/11/1907
Lugar de Procedencia: Arnedo (La Rioja)
Fallecimiento: 26/8/1936
Lugar de Fallecimiento: Tudelilla
Oficio: Trabajador del campo

Biografia:

Hijo de un hombre de campo instruido recibió estudios mayores en casa, directamente de su padre Doroteo y más tarde éstos fueron ampliados con tres años de Humanidades en Medina del Campo (entre 1923 y 1926), tras los cuales volvió con su familia para seguir dedicándose al campo familiar además de enseñar a jóvenes a deshacerse del analfabetismo como ejemplo de altruismo, compañerismo, humanidad y buenas intenciones. Conforma la familia con su madre Gregoria, su padre Doroteo y sus tres hermanos menores: Lucía, Eusebio y Josefa. Se casó con 26 años con María Encarnación Cordón Hernández el día 28 de abril de 1934.
Sus conocimientos le empujaron a ser afiliado y luego secretario de la CNT. Apostó por la buena gente y no dudó en defender sus ideales políticos, siendo procesado y condenado por la insurrección de la noche 8 al 9 de diciembre de 1933 en Arnedo. Poco después esa marca le llevó a una persecución con encierro en una celda de la cárcel de Arnedo al poco de estallar la Guerra Civil. En la madrugada del día 26 de Agosto en una de las “sacas” fue conducido junto con varios compañeros en un camioncillo y colocado delante de unos fusiles. Fueron asesinados de forma tan deshumanizada, retorcida y vil por sus mismos vecinos, que no cabe aquí mención. Sus cuerpos fueron escondidos a pocos metros, en un pedregal que mira a la tapia del cementerio de la localidad vecina de Tudelilla ( La Rioja), zona de “Las Graveras”.
Su pueblo se quedó sin disfrutar los frutos de su potencial personal e intelectual y la familia se vio segada en cuerpo, voz y alma. Honor para los valientes que dieron su vida por la libertad.
Sus cuerpos fueron exhumados en 1979 y desde entonces descansan en la fosa común del cementerio de Arnedo. Muchos fueron los infames impedimentos para negar a la familia el certificado de defunción, pero muchos más fuertes y nobles fueron los intentos.
Los viejos muros de esa antigua cárcel, que ahora es la “Casa de la Cultura” del pueblo sin una triste placa que los recuerde en silencio, siguen gritando lo que otros acallan.
Rufo, gran hombre de múltiples cualidades y virtudes, donde subliman la valentía, el honor, la inteligencia, la sensibilidad, la sabiduría, la creatividad, la curiosidad, el liderazgo y la lucha para salir del abismo, como poco.
Rufo, te arrancaron en el albor de la vida con 28 años, del lado de tu mujer, de tu familia y amigos. Te privaron de disfrutar del tesoro de tu hija María Ester de tan solo 11 meses en quien habías puesto las más altas expectativas, pero dejaste tu alma, aquella que nunca se fue y sigue haciendo de faro.
Rufo, los años pasados no han podido acallarte, ni siquiera la tierra que te aplastaba. Es más, has emergido tarde pero con más fuerza tras tu descanso, para convertirte en nuestro referente de valor y determinación. Nos orgullece tenerte en nuestra familia y en nuestro presente.
Rufo, tu legado nos enriquece. Agradecidos quedamos por ello y te honramos.
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Gracias Rufo